El virus de la inmunodeficiencia felina es endémico en poblaciones de gatos domésticos alrededor del mundo (los subtipos A y B son los mas comunes en Europa) variando su seroprevalencia considerablemente entre distintas regiones. La mayoría de los felinos son susceptibles a este virus.
Los gatos adultos enfermos, gatos con vida exterior y gatos machos son los que tienen mayor probabilidad de contraer la infección. Es una enfermedad de contagio directo perdiendo su capacidad de infectar rápidamente fuera del hospedador y siendo susceptible a todos los desinfectantes incluyendo el jabón.
Infección del gato
La mayoría de las infecciones se contraen por mordeduras (peleas, marcaje, etc.) por gatos persistentemente infectados. El riesgo de transmisión es menor en zonas con gatos socialmente adaptados.
La transmisión de madre a cría puede ocurrir, especialmente si la gata se encuentra en un estado de infección aguda. Los gatos estarán permanentemente infectados a pesar de su capacidad de crear anticuerpos y respuestas celulares inmunomediadas.
Signos clínicos
La infección del virus de la inmunodeficiencia tiene una larga fase latente o asintomática. Generalmente se llevan años sin ningún tipo de sintomatología y algunos no llegan a desarrollar nunca la enfermedad.
La mayor parte de los síntomas no está causada por el virus, pero son consecuencia de la inmunodeficiencia.
Las manifestaciones más típicas son:
- Gingivitis y estomatitis crónica
- Linfadenopatía
- Fallo renal asociado a glomerulonefritis
- Rinitis crónica
- Pérdida de peso
Diagnóstico
Existen test rápidos de diagnóstico que pueden realizarse en la clínica. En zonas de baja prevalencia se recomienda validar los resultados con pruebas más sensibles de laboratorio. Western blot es el técnica estándar de laboratorio para la serología de FIV.
Los gatitos infectados por sus madres serán seropositivos debido a los anticuerpos maternales, deberán ser testados después de las 16 semanas de vida. Excepcionalmente los gatitos podrán permanecer seropositivos hasta los 6 meses de edad.
Terapia
Un gato NUNCA debería ser eutanasiado solo basándose en el diagnostico positivo de la inmunodeficiencia. Con cuidados apropiados los gatos infectados pueden vivir tanto como gatos no infectados y en buenas condiciones.
La castración se recomienda porque reduce las peleas y disminuye la probabilidad de mordeduras.
Los gatos infectados deberán permanecer dentro de casa y recibir cuidados veterinarios que incluyan control analítico y de peso entre otros.
Un diagnostico precoz y evitar infecciones secundarias es esencial.
Será necesario cuidado especial de desinfección para evitar la transmisión iatrogénica.
En refugios los gatos deberán permanecer en compartimentos individuales para evitar la transmisión vírica.
Vacunación
Actualmente la vacuna de la inmunodeficiencia felina no está disponible comercialmente en Europa.