Hoy desde nuestra clínica veterinaria de El Puerto de Santa María, te contamos todo acerca de la historia de los gatos desde sus comienzos hasta la actualidad.
En el Egipto faraónico, todos los animales eran sagrados y el gato ocupaba un lugar envidiable en el panteón. Dos divinidades hermanas, hijas del dios sol Ra, se representan con una efigie felina: la leona Sekhmet, diosa solar de la guerra, y la gata Bastet, diosa Lunar de la fecundidad y de la familia. El gato está también asociado al ojo de Ra quien podría representar el tercer ojo, el de la clarividencia. Una vez divinizado, el gato se convirtió en objeto de culto y empezaron a verlo como aliado de los seres humanos contra las plagas, como los ratones y otros tipos de roedores que se comían el maíz que tenían en los graneros. Así, los granjeros no tardaron en ver en el peludo a un compañero, a un amigo. Y, poco a poco, la relación humano-gato se comenzó a establecer.

El gato ascendió por África hacia el norte e invadió Europa. En la Europa medieval, lejos de la sacralización egipcia, encontramos el horror del gato demonizado, asociado a las brujas y perseguido hasta llevarlos casi a la extinción. El gato negro pagó un caro tributo a causa de estas supersticiones y todavía hoy se mantiene su imagen como signo de malos presagios.
Es necesario esperar hasta el renacimiento, para asistir a la vuelta del gato a las viviendas (asociado en esta ocasión al perro). Llegamos al final al gato moderno el cual se encuentra en el rincón del hogar, sobre la cama y en los brazos de sus propietarios.
Bien por su instinto cazador, o porque piensan que son independientes, altaneros, interesados, egoístas o traicioneros, hoy en día existen aún muchos detractores de este animal. Pero lo cierto es que los mininos son animales sensibles y cariñosos, que demandan atención y mimos de manera constante, que perciben muy bien los cambios de ánimo de los humanos y una excelente compañía, algo que sabemos todos los que decidimos convivir con uno de ellos. El gato es el único animal que ha elegido domesticarse. Le interesó la comodidad de vivir bajo techo y con comida asegurada, lo que explica su independencia natural. Por eso nunca se sienten subordinados. Incluso cuando el hombre ha adoptado un gato, el gato puede decidir mudarse y cambiar de familia de adopción. De esta forma es el gato el que adopta a una familia y no a la inversa, confía su bienestar a la familia de acogida, quien acepta la responsabilidad de cuidarlo. Él cree que tu casa en realidad es suya, por este motivo, todos los días dedica un rato en dejar “mensajes de tranquilidad” sus feromonas en los muebles, en la ropa…y en los humanos. Este comportamiento de los gatos indica que se siente genial.
Si hay una mascota que destaca sobre las demás como la más limpia, esta es el gato, por ello pasan mucho tiempo al día acicalándose el pelo. En una casa, hará sus deposiciones, salvo que tenga problemas de comportamiento, en la arena de la bandeja puesta al efecto. Cuando el gato vive libre (gato outdoor), tenderá a orinar o defecar en el exterior, porque su instinto le “ordena” dejar esas señales bien visibles en los límites de su territorio para que cualquier gato que pase por allí se percate de que ese territorio tiene dueño.
Al igual que ocurre con las personas, los gatos tienen preferencias a la hora de mantener relaciones sociales, por ello, no es de extrañar que tengan a una persona o a varias como “favoritas”. Existen muchas señales que indican que tu gato te quiere: amasar, ronronear, lamer o dormir contigo son algunas de ellas, pero incluso los mordiscos traviesos pueden ser una forma de expresar afecto, aunque a nosotros nos desagrade.
Los últimos estudios indican que tener una mascota, en especial un gato, es beneficioso para la salud de los humanos. Está demostrado que las personas que conviven con ellos disminuyen su nivel de estrés y la presión arterial, factores que están muy relacionados con las enfermedades cardíacas, y tiene un menor riesgo de muerte por infarto, incluyendo los accidentes cerebro-vasculares. Tener un gato proporciona diversión y felicidad a tu vida, pues son animales juguetones que correrán, brincarán y se moverán a ritmo de los juegos que quieras disfrutar con ellos. En la convivencia con los niños les ayuda a conocer valores como el respeto, la responsabilidad y la asertividad así como una mejor interacción social. Además el contacto con estos animales en edades tempranas ha demostrado fortalecer el sistema inmunológico de los niños y hacerlos menos susceptibles a infecciones, en especial del tracto respiratorio. Por otro lado parece que el convivir con un gato y los alérgenos que este produce hace que los niños sean posteriormente menos reactivos a alergias.

Foto: Nemo
Para las que personas que por trabajo pasan muchas horas fuera de casa, son la compañía perfecta ya que la mayor parte del día la pasan durmiendo, además no necesitan paseos ni un espacio excesivamente grande para moverse. Son cariñosos pero a la vez independientes, es decir aportan un calor muy placentero y les gusta dormir junto a nuestros pies pero cuando hay visitas o el propietario está con otra actividad son capaces de desaparecer o volver a sus propias tareas.
Como veis, hay infinidad de beneficios de tener un gato en casa, así que no lo penséis, poned un gato en vuestras vidas y preparaos par un emociónate camino por recorrer, repleto de inolvidables vivencias con vuestro nuevo amigo peludo.